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Terapia de Juego (Cuarto módulo del Diplomado Internacional de Psicoterapia "Juego Infantil")

LA EFICACIA DE LA TERAPIA DE JUEGO: UNA REVISIÓN DE LA INVESTIGACIÓN METAANALÍTICA DE RESULTADOS


Aunque los reportes sobre la utilidad clínica de la terapia de juego se han hecho de manera anecdótica en el campo, es indudable que se requieren estudios que utilicen métodos rigurosos de investigación para establecer de modo firme la eficacia de la terapia de juego.


En el libro Empirically Based Play Interventions for Children (Reddy, Files-Hall y Schaefer, 2005) se presenta una compilación de investigaciones bien diseñadas de la terapia de juego. Además, se cuenta con varios estudios metaanalíticos prometedores sobre la eficacía de las intervenciones de juego.


LeBlanc y Ritchie (2001) usaron un enfoque metaanalítico en su revisión de 42 estudios publicados y no publicados (incluyendo algunas tesis de doctorado), y encontraron que el tamaño promedio del efecto de los resultados de la terapia de juego era de 0.66. Este es un tamaño del efecto de mediano a grande (Cohen, 1977) e indica una mejoría estadísticamente significativa en los niños (LeBlanc y Ritchie).


Estudios metaanalíticos previos de interacciones terapéuticas no basadas en el juego con adultos y niños reportaron tamaños promedio del efecto de 0.68 (Smith y Glass, 1977) y de 0.71 (Casey y Berman, 1985), respectivamente.


En el estudio de Casey y Berman, cuando las intervenciones basadas en el juego se examinaron por separado de las terapias no basadas en el juego se encontró una media del efecto de 0.65. Esos resultados sugieren que las intervenciones que emplean la terapia de juego son tan eficaces como las terapias basadas en el habla.


Recientemente, Bratton y sus colaboradores (2005) realizaron un metaanálisis más exhaustivo de las intervenciones de terapia de juego.


Esas investigaciones metaanalíticas han arrojaron luz sobre las características específicas del tratamiento y de los participantes que dieron lugar a las mejoras observadas en los niños y niñas.


En particular, esos metaanálisis destacaron la importancia de incluir a los padres en el tratamiento de sus hijos. Cuando los padres eran entrenados para actuar como coterapeutas se observaron tamaños del efecto más grandes entre los estudios (Bratton et al., 2005; LeBlanc y Ritchie, 2001).


Las terapias filial y de interacción padre-hijo a menudo incluyen a los familiares en un esfuerzo por mejorar las interacciones entre padres e hijos, así como de enseñar a los progenitores las habilidades que pueden utilizar después de que la terapia haya terminado. Además, ambos estudios sugieren que un número de 30 a 35 sesiones de terapia de juego era óptimo para identifcar resultados positivos (Bratton et al., 2005, LeBlanc y Ritchie, 2001).




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