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¿QUÉ SECUELAS PSICOLÓGICAS SE OBTIENEN TRAS LA REVICTIMIZACIÓN?

Según García-Pablos de la Molina, experto penal y criminológico, la víctima sufre de manera frecuente un severo impacto psicológico en el cual se añade al daño material o físico en que el delito consiste.


La vivencia criminal se actualiza, revive y consiste en la mente de la víctima, la impotencia ante el mal y el temor a que éste se repita tiene como resultado prolongadas sensaciones de angustia, ansiedad, depresión, etc.


El abatimiento genera reacciones psicológicas, esto en consecuencia del producto de la necesidad de explicar un hecho traumático como el injustamente padecido, que dan lugar a genuinos complejos de culpa, como la propia atribución de la responsabilidad o autoculpabilización. La sociedad misma, por otra parte, estigmatiza a la víctima. La víctima queda “tocada”, es el “perdedor”. La victimización produce, un aislamiento social y marginación que aumenta el riesgo de victimización, obteniendo así una mayor vulnerabilidad la cual tendrá como resultado un círculo vicioso que a corto plazo modifica los estilos y hábitos de vida de la víctima, esto afecta de manera negativa a su vida cotidiana, en sus relaciones interpersonales, académicas, etc.


La revictimización o victimización secundaria, sumada al impacto psicológico inicial del propio delito, a la falta de apoyo y atención esperada a un largo plazo pueden desencadenar múltiples y diferentes problemas psicológicos entre los que destacan:


– Estrés postraumático.

– Abuso de sustancias.

– Pérdida de motivación y autoestima, irritabilidad, apatía/ Inicio de cuadros depresivos.

– Ansiedad.

– Problemas de concentración o para mantener la atención.

– Miedo y/o sensación de amenaza constante.

– Aparición de sentimientos de injusticia y rabia.

– Conducta de aislamiento o evitación y fobias.

– Tendencias paranoides y suicidas.


Sin embargo, estos trastornos se ven acompañados de otros estos de tipo funcional o psicofisiológicos, como por ejemplo:


– Trastornos orgánicos funcionales y del sueño.

– Enfermedades psicosomáticas.

– Cefaleas.

– Efectos cardiovasculares y/ o gastrointestinales, entre otros.


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