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¿Cómo será un niño con TDAH de mayor?

Son muchos los factores que van a influir en el desarrollo de los niños en general y con TDAH particular, de manera que con un correcto tratamiento el pronóstico será muy bueno, de hecho en la mente de todos están los nombres de personajes famosos que se sospecha padecieron un TDAH (Thomas Edison, Leonardo da Vinci, Albert Einstein, John F. Kennedy, Michel Jordan, Walt Disney, Wiston Churchil, Dalí, Steven Spielberg…) y eso no limitó, quizás lo contrario, su éxito en la vida.

Pero no debemos olvidar que el TDAH conforma un riesgo para el correcto y armónico desarrollo de estos niños. Estamos hablando de mayores posibilidades de presentar otros trastornos asociados o relacionados, lo que se denomina la comorbilidad (Biederman & Faraone, 2005; Quintero y otros, 2004).



Al inicio de la presentación de la clínica, no tiene por qué generar más problemas que los derivados de los propios síntomas, pero con la evolución en el tiempo, pueden comenzar a presentarse dificultades. La hiperactividad condiciona interferencias en el funcionamiento en la escuela y en la normal convivencia doméstica, con una mayor tendencia por parte del entorno a percibir al niño como excesivamente problemático. Como consecuencia de esto se enrarece la dinámica, empezando a presentarse las primeras conductas disruptivas, es decir, lo primero que tiende a aparecer son alteraciones de la conducta que van más allá de lo que es la propia clínica del trastorno por déficit de atención e hiperactividad.

Dejado a su libre albedrío y evolución en el tiempo, sin una correcta intervención, es frecuente que estos niños presenten pocas y pobres habilidades sociales, lo que les condiciona dificultades de relación con su entorno e iguales. También es frecuente que estos niños presenten problemas de aprendizaje de lo más diverso, desde simples dificultades en la adquisición de habilidades y técnicas de estudio hasta dislexias más complejas, lo que como es también lógico dificulta su rendimiento escolar. Si sumamos por un lado las pobres relaciones sociales y el mal rendimiento escolar, es frecuente que en estos niños se condicione una quiebra en su autoestima que no en balde en esas edades es tremendamente dependiente de la percepción que el niño reciba de su entorno.

Durante la etapa escolar es frecuente que se complique la situación clínica de los niños con TDAH con un agravamiento de las alteraciones de la conducta con respecto a las etapas previas, problemas escolares con una disminución del rendimiento y un aumento del riesgo de fracaso escolar, se acrecientan las diferencias en la relación con sus iguales, pérdida de la autoestima y un aumento de riesgo de padecer trastornos de ansiedad y del estado de ánimo.



Al llegar a la adolescencia los problemas académicos tienden a agravarse y se complican con una pérdida de la motivación hacia los estudios, lo que sitúa al paciente con TDAH a mayor distancia de sus obligaciones escolares. Mediados por la marcada impulsividad, son jóvenes que tienen más riesgo de presentar primeros consumos de tóxicos de forma más precoz, e incluso un mayor riesgo de derivar en consumos patológicos. Aumentan los problemas del comportamiento y el riesgo para convertirse en disociales, con todas las dificultades y complicaciones de manejo que tienen. Es frecuente que presenten no solamente una baja autoestima, sino también una pérdida de la motivación para realizar las tareas escolares debido al problema de aprendizaje que vienen arrastrando.

Si superan estas trabas en la adolescencia, al entrar en la etapa universitaria, incluso adulto-joven, son chicos que pueden tener dificultades para terminar las carreras, máxime si son de ciclo largo, presentan más cantidad de accidentes e incluso dificultades para mantener los trabajos en los que empiezan. Arrastran una fragilidad en la autoestima y en muchas ocasiones dificultad para relacionarse con los demás.

El lado positivo de esta evolución está en que hoy disponemos de tratamientos eficaces que pueden minimizar el riesgo de que presenten tórpidas evoluciones en los niños que son diagnosticadas y tratados de forma precoz.



¿Cómo influye la situación social actual en el TDAH?

Es importante que reflexionemos sobre cómo la sociedad actual puede influir y está influyendo en la manifestación de la clínica de los niños con déficit de Atención y lo que es más importante en el pronóstico. También cómo en las familias donde hay algún niño con déficit de atención e hiperactividad, esto puede dificultar la dinámica de la familia, es decir,

acercarnos al impacto que en la familia puede tener el trastorno por déficit de atención e hiperactividad.

A nadie se le escapa que la sociedad actual presenta una serie de notables cambios en los patrones educativos y familiares de los niños con respecto a tiempos pretéritos. Por un lado, las familias suelen tener a los dos padres trabajando fuera de casa y pasando una gran parte del día sin poder realizar la supervisión necesaria que requiere la educación de los hijos, máxime cuando estos niños tienen una dificultad sobreañadida condicionada por un TDAH que les interfiere con el manejo de las normas y los límites. Es frecuente que una parte importante de la educación y cuidado de estos niños, se delegue en terceras personas como cuidadores externos, ya sean de la familia o de fuera de ella. Y cuando llegan los padres están muy cansados para implantar unas normas o se atisba un sentimiento de culpa por el cual permiten que las reglas sean más laxas en virtud de un intento de compensación por el tiempo no compartido.

También queremos llamar la atención sobre la cantidad de información de la que disponen nuestros jóvenes, no en vano estamos en la denominada era de la información donde a través de Internet o simplemente de la televisión, los niños tienen acceso a una gran cantidad de información para la que no siempre están preparados. Destacar también como las nuevas tecnologías, con sus estímulos de alta intensidad, captan con más facilidad la atención de los niños con TDAH además de condicionar una distancia en la comunicación interpersonal.

Es importante reflexionar sobre el papel que hoy juegan los colegios, da la sensación que se están transformando en meros transmisores del conocimiento y olvidando el concepto de centros “Educativos” o de centros de formación en valores, en parte por el desprestigio del profesor como figura de autoridad y respeto.

Por otro lado está el impacto que en las familias produce una enfermedad o trastorno como el TDAH. Es frecuente que aumente el condicionante de estrés dadas las dificultades para manejar y controlar la conducta de estos niños. En estas familias es frecuente el aumento de conflictos conyugales derivados de las difíciles relaciones con el propio niño.

Igualmente se condicionan de forma negativa las relaciones sociales dado que “salir con estos niños a cualquier sitio es un gran problema”.


¿Qué más puedo hacer?

Para finalizar queremos presentar a modo de decálogo, algunas ideas que conviene resaltar para poder entender y trabajar con estos niños, que vendrían a complementar las ideas que hemos querido trasmitir en el apartado de tratamiento:

- Ser conscientes de las relativas limitaciones que implican tener un TDAH sobre las características personales y la particularidad del momento evolutivo por el que pasa. Sabemos que no es fácil, pero es necesario llegar a estimularle para conseguir el máximo rendimiento de sus capacidades.

- Es importante tener unas expectativas realistas y razonables. Aceptarle tal y como es. Muchas veces pretendemos

que realicen las cosas como a nosotros nos gustarían pero que por su forma de ser o por sus características no llegará a conseguirlo, generando de este modo frustración y rechazo.

- No pretender cambiar todas las conductas inadecuadas al mismo tiempo: hay que comenzar por pocas y concisas.Intentaremos realizar una lista de prioridades, con respecto a las conductas que deseamos sean extinguidas o modificadas; poniendo en primer lugar aquellas que interfieran de una manera más negativa en la vida cotidiana y que a nuestro parecer deben desaparecer cuanto antes, teniendo así claro que comportamientos queremos modificar en el niño.

- Captar su atención: es esencial hablar al niño directamente, refiriéndose a él por su nombre y mirándole a los ojos. Si es necesario se debe hacer uso del contacto físico bien (tocándole la mano o el brazo). Sólo cuando conseguimos captar su atención podremos darle la norma, para asegurarnos de que nos está escuchando y entendiendo.

- Si existen desacuerdos entre los padres sobre la forma de educar a los niños NUNCA se debe discutir delante de ellos, ya que de este modo el niño asume que no hay unas normas fijas ni una estabilidad educacional, generándole confusión sobre cuál debe ser su comportamiento y las consecuencias de éste.

- Las consecuencias, tanto positivas como negativas, de sus actos, deben aplicarse con rapidez e inmediatez, siempre de una manera congruente a la conducta que queramos reforzar. Esta característica es esencial para que aprenda la asociación.

-Siempre es preferible utilizar premios en lugar de castigos, pero si aparecen castigos éstos deben ser proporcionados al comportamiento inadecuado y que sepamos que se pueden cumplir, es decir reales, acordes a las características del niño y proporcionales a la conducta que queramos extinguir.

- No permitir que consiga variar normas prefijadas con su discusión ni con el uso de su capacidad operativa para buscar la contradicción entre sus padres. Esto haría que aprendan que los castigos o normas que sus padres establecen no son nada consistentes y que lo único que debe hacer es “montar el numerito” para salirse con la suya.

- Predicar con el ejemplo; corregir primero en nosotros aquellos comportamientos que no queremos que se imiten luego, ya que una de las formas más habituales para el aprendizaje del comportamiento es la imitación y la observación. El “haz lo que yo te digo, no lo que ya hago” NO SIRVE.

- Dialogar y mantener una buena comunicación: es importante tener en cuenta su punto de vista, tratando de tener una actitud de apertura y comprensión, sin que esto signifique darle siempre la razón. Es necesario evitar sermonear, ya que esta forma unidireccional de comunicación suele generar rechazo sobretodo en los adolescentes.


*Tomado de: Tenemos un niño con TDAH ¿Qué necesitamos saber? Por Dr. Francisco Javier Quintero Gutiérrez del Álamo.

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